“Alaba, alma mía, al SEÑOR; alabe todo mí ser su santo nombre. Alaba, alma mía, al SEÑOR, y no olvídes nínguno de sus beneficíos.”

¡Te amo Señor Jesucristo, no es mi iniciativa, porque tú me amaste primero! Te bendigo con todo mi ser y no me olvidaré de ninguno de tus benefi cios porque: Tú has perdonado todos mis pecados. Tú has sacado mi vida del lodo cenagoso. Tú me has coronado de favores y misericordias. Tú me has rejuvenecido como el águila. Tú me has sanado. Tú me has colmado de bienes. Tú has apartado mi pecado de mí. Tú te acuerdas de que soy barro. Tú eres mi Padre eterno.

AMÉN.

- Rev. Gloria Villa-Díaz