“Por lo tanto, ahora ustedes entréguense al SEÑOR y sírvanle fielmente.
Desháganse de los díoses..., y sírvan sólo al SEÑOR..., elijan ustedes mísmos
a quíénes van a servír: ... Por mí parte, mí famílía y yo servíremos al SEÑOR.”
Nos ponemos mucha presión. Queremos ser exitosos, ser felices, queremos que nos acepten,
queremos agradar a nuestros padres, nuestros cónyuges, nuestros amigos y a nosotros mismos.
Estos deseos son naturales y pueden ser buenos si no permitimos que nos consuman. Lo mejor
de nuestras aspiraciones se convierten en un ídolo si las valoramos más que a Dios. No podemos
servir a Dios y a nuestros propios placeres porque nos enloqueceríamos. Perseguir el éxito nos
podría dejar sin tranquilidad. Solamente Dios es digno de ser buscado porque él es eterno. Dios
nos pide seguirlo hoy. Nosotros no podemos escondernos en la tradición o confi ar que “nuestra
familia ha sido importante en la iglesia”. No podemos prometer que mañana lo buscaremos.
Nadie puede buscar a Dios por nosotros. ¿Cómo le respondes a Dios?
AMADÍSIMO SEÑOR: PERDÓNANOS POR SERVIR A NUESTROS DESEOS
HACIÉNDOLOS NUESTROS DIOSES. AYÚDANOS A BUSCARTE PRIMERO
A TODO COSTO. FORTALÉCENOS Y PROTÉGENOS ESPECIALMENTE CUANDO
SEGUIRTE SIGNIFICA QUE DEBAMOS INCOMODAR A OTROS, AUN LA
FAMILIA MÁS AMADA. AYÚDANOS A AMARTE MÁS QUE CUALQUIER
COSA. AMÉN.
- Katherine McDaniel