“Y sí tu mano te es ocasíón de pecar, córtala; te es mejor entrar en la vída manco, que teníendo las dos manos ír al ínfierno,... Y sí tu píe te es ocasíón de pecar, córtalo; te es mejor entrar cojo a la vída, que teníendo los dos píes ser echado al ínfierno,... Y sí tu ojo te es ocasíón de pecar, sácatelo; te es mejor entrar al reíno de Díos con un solo ojo, que teníendo dos ojos ser echado al ínfierno,”

El hecho es que yo quiero mis dos manos, mis dos pies, mis dos ojos. Si tengo problemas con alguna parte de mi cuerpo, mi tendencia es mirar hacia afuera y decir: “si... si solo... no vistiera atractivo, no tendría problemas con lo que ven mis ojos”. Esta es mi lógica egoísta. Estos versículos me recuerdan la increíble prioridad que Dios puso para no separarnos de él. Debemos evadir el pecado a todo costo aunque suene radical. Uno hace más fuerza para controlar y cambiar el mundo que para hacer un sacrifi cio genuino o cambiar su vida. ¿Qué nos puede asustar más que ir por la vida manco, cojo o ciego? Aquí debe comenzar nuestro énfasis, nuestro caminar con Dios no tiene que ver con controlar las circunstancias sino con el deseo de ir en lo “desconocido” con Dios.

AMÉN.

-Scott Dickson