“Hay tres cosas que son permanentes: la confianza en Díos, la segurídad de que él cumplírá sus promesas y el amor. De estas tres, la más ímportante es el Amor”.

Todas las personas en nuestra vida son un espejo de quienes somos, de lo que pensamos, y de lo que hacemos. Ellas refl ejan nuestros pensamientos y sentimientos secretos. Más importante aún, ellas vienen a enseñarnos lo que necesitamos aprender. La gente no viene a nuestras vidas a herirnos; vienen porque nos aman. La gente en nuestras vidas nos quiere tanto que viene a mostrarnos lo que debemos hacer para crecer más allá de los sentimientos y las emociones que nos causan pena. Lo mejor que podemos hacer por nosotros mismos y por las personas es amarlas incondicionalmente, perdonarlas sin reservas y aceptarlas tal y como son. Lo que siempre debemos recordar de los demás es que lo que les demos o les hagamos, eso ha de volver a nosotros.

AMÉN.

-Ana Cecilia Ballera