“Ahora que se han puríficado obedecíendo a la verdad y tíenen un amor síncero por sus hermanos, ámense de todo corazón los unos a los otros. Pues ustedes han nacído de nuevo, no de símíente perecedera, síno de símíente ímperecedera, medíante la palabra de Díos que vive y permanece. Porque «todo mortal es como la híerba, y toda su gloría como la flor del campo; la híerba se seca y la flor se cae, pero la palabra del Señor permanece para síempre.» Y ésta es la palabra del evangelío que se les ha anuncíado a ustedes”

Muy a menudo vamos por la vida tratando de alcanzar nuestros ideales y sueños. Pensamos en los bienes materiales, la fama y el poder como el premio y la gloria de la vida; pero, ignoramos la Palabra de Dios. Tendemos a apoyarnos en nuestro conocimiento y fortaleza, buscamos nuestro bien pero ofrecemos poco amor a otros. El apóstol Pedro nos recuerda que es mejor humillarnos y recordar que todos nuestros bienes materiales, posesiones y glorias son temporales. Solamente la Palabra de Dios es eterna. Como seguidores de Cristo, somos purifi cados para vivir de acuerdo a su Palabra, cuidando y amando al prójimo.

AMADO SEÑOR: POR FAVOR FORTALÉCENOS, DANOS HUMILDAD Y GUíANOS A VIVIR NUESTRAS VIDAS DE ACUERDO A TU PALABRA. AYÚDANOS A RECORDAR QUE NUESTRAS VIDAS SON PASAJERAS Y QUE TODO LO QUE TENEMOS ES TRANSITORIO. RECONOCEMOS QUE SOLAMENTE TU AMOR Y TU REINO SON ETERNOS. AMÉN.

-Amy Y. Wan