“Aunque la híguera no dé renuevos, ní haya frutos en las vídes; aunque falle la cosecha del olívo, y los campos no produzcan alímentos;... aun así, yo me regocijaré en el SEÑOR, ¡me alegraré en Díos, mí líbertador!”

¡Cuán poderosa es ésta escritura! Habacuc nos invita a regocijarnos en el Señor sin importar que haya tragedias. Puede ser que estemos sufriendo una pérdida material, o que estemos exhaustos física y emocionalmente. Según el pasaje, nosotros reconocemos el poder de Dios en nuestra vida y respondemos con cantos de alabanza. Se supone que Dios es el primero en nuestra cotidianidad. Por lo tanto, Dios es digno de nuestra alabanza bien sea durante tiempos difíciles o tiempos de alegría y celebración. Pero si nos dedicamos sólo a contemplar los obstáculos que tenemos por delante, no podremos continuar con nuestra vida. Por el contrario, nosotros necesitamos mirar a Dios y regocijarnos en la oportunidad que tenemos de crecer junto con otros que oran buscando la voluntad divina. ¿Signifi ca esto que nuestra vida será fácil? No necesariamente, pero Dios está en control y merece nuestra alabanza sin importar los vacios, las piedras o las desviaciones que encontremos en nuestro caminar. ¡Alabado sea Dios!

DIOS DE GRACIA: TÚ ERES TODOPODEROSO MÁS ALLÁ DE NUESTRA COMPRENSIÓN. AYÚDANOS A RECORDAR QUE NUESTRA TAREA ES ALABARTE EN CADA PASO DE NUESTRAS VIDAS. TU ESTÁS CON NOSOTROS EN MEDIO DE TODO LO QUE ENFRENTAMOS COMO CRISTIANOS Y COMO IGLESIA. PERMÍTENOS QUE NUESTRO PRIMER Y ÚLTIMO PENSAMIENTO SEAS TÚ. AMÉN

-JNancy Cousar