“Y los otros hombres que no fueron muertos por las plagas, ní aun así se arrepíntíeron de las obras de sus manos, ní dejaron de adorar a los demoníos, y las ímágenes de oro, plata, bronce y Madera, las cuales no pueden ver, ní oír, ní andar; y no se arrepíntíeron de sus homícídíos, ní de sus hechícerías, ní de su fornícacíón, ní de sus hurtos.”

Puede parecer muy radical pero es la verdad: “si no se está adorando a Dios se puede estar adorando al diablo.” El hombre actual se mofa y se alaba por su conocimiento y su ciencia, pero no sabe que todo eso se lo ha permitido Dios. Al no reconocer la procedencia de lo que tiene se llena de orgullo, se alaba a sí mismo y viene a ser como el diablo. El arrepentimiento de toda obra mala es el comienzo de la verdadera adoración a Dios, porque así se le da a Dios, lo que le pertenece.

APRECIADO DIOS: LÍBRAME DE NO RECONOCER MIS PECADOS Y DE NO PEDIR PERDÓN POR ELLOS. No QUIERO TENER DIOSES AJENOS. SOLAMENTE TÚ ERES DIOS.

AMÉN.

Rev. Fredy Díaz