“El díezmo de todo producto del campo, ya sea grano de los sembrados o fruto de los árboles, pertenece al SEÑOR, pues le está consagrado.”

En esta era de la tecnología me maravilla lo que la gente puede hacer. Yo misma me emociono y admiro al ser humano, mientras pierdo de vista el hecho de que todas las cosas le pertenecen al Señor y son su creación. Los frutos de la tierra y de nuestro trabajo, no importa que tan grandes o pequeños, son santos a su vista.

SEÑOR: AYÚDAME SIEMPRE A RECORDAR QUE LOS FRUTOS DE MI TRABAJO TE PERTENECEN Y HAN SIDO ALCANZADOS POR MEDIO DE TI. ABRE MIS OJOS Y MI CORAZÓN PARA VERTE EN TODO LO QUE HAGO Y PARA RECONOCER QUE MI TRABAJO ES VALIOSO Y SANTO DELANTE DE TI. AMÉN.

- Pauline McCord