“Me ínclíné rostro en tíerra”

Bien sea por gratitud o por angustia, Dios honra las peticiones de quien se humilla delante de él. Humillarse es inclinarse delante de Dios creyendo que él es poderoso para cambiar nuestras circunstancias y cambiarnos a nosotros mismos. No hay que temer sino confi ar en Dios. El es el único fi el en cada circunstancia de la vida. Además de fi el, Dios es digno de ser adorado con todo nuestro ser.

AMADO PADRE CELESTIAL: TE ALABO PORQUE SIENDO TÚ INFINITAMENTE GRANDE, TE DIGNAS ESCUCHAR LO QUE TE VENGO A DECIR... TE ADORO PORQUE SIENDO DIOS ME DEJAS ACERCARME A TI. NO TE MEREZCO PERO TE RECIBO COMO EL MEJOR PADRE DEL UNIVERSO. AMÉN.

- Rev. Gloria Villa-Díaz