“Díchosos los pobres en espírítu...los que lloran...los humíldes...los que tíenen hambre...los compasívos...los de corazón límpío...los pacificadores... los perseguídos...los calumníados...los ínsultados... porque...tíenen gran recompensa.”

Es evidente, Jesús desea que sus seguidores sean felices. Así lo afi rma en su primer mensaje del monte. La dicha y la alegría que Jesús proclama vienen de lo más interno del ser humano y no de la superfi cialidad del mundo. La felicidad anunciada por Jesús es producida no por lo que se tiene, sino por lo que se es. Es una felicidad contradictoria a la sostenida por los valores mundanos.
La felicidad que Jesús ofrece es presente y futura, es eterna e inagotable. Es la felicidad de ser

GRACIAS PADRE ETERNO POR LA FELICIDAD QUE ME DAS DE SER TU HIJO, DE SER REDIMIDO, DE SER BENDECIDO, DE SER AMADO. INCLUSO GRACIAS POR LA BENDICiÓN DE SER INSULTADO POR TU CAUSA. POR TU FAVOR AHORA SOY LO QUE SOY. SOY CONSOLADO, SACIADO, COMPASIVO, PACIFICADOR Y POR SOBRE TODO SOY HEREDERO DEL REINO TUYO. AMÉN.

-Rev. Fredy Díaz