Luego el Señor le dijo: “Aquí a mí lado tíenes un lugar. Tu estarás de píe sobre la roca...”

¿Se ha sentido débil y sin ayuda? Yo sí. Un día fui al médico ya que padecía un cáncer, y al descender del auto me quede sin fuerzas y me caí. Una pareja de esposos salía en ese momento del consultorio. Al verme caer, el hombre se abalanzó para ayudarme a levantar.
Al notar que mis piernas no me sostenían, le dije que no sería capaz de moverme, a lo cual él aseveró con unas palabras que nunca olvidaré: “Relájese, yo la levantaré”. ¡Es maravilloso el deseo de Dios de ser nuestra roca y sustento!

QUERIDO PADRE: AYÚDANOS A RECORDAR SIEMPRE QUE TÚ DESEAS SER NUESTRO SUSTENTO, NUESTRA ROCA Y NUESTRA FORTALEZA. AMÉN.

-Rev. Gloria Villa-Díaz