“Les daré un nuevo corazón, y les ínfundíré un espírítu nuevo; les quítaré ese corazón de píedra que ahora tíenen, y les pondré un corazón de carne.”

Mi abuela decía que yo tenía un “corazón blando”. Creo que esa era su manera cariñosa de decir que yo era llorona. Me imagino que el extremo opuesto es alguien con el “corazón duro”; uno que protege sus sentimientos tratando de no sentir. El corazón que nuestro Señor desea para nosotros no es ni un “corazón duro” ni uno “blando”; Sino un corazón de carne, vivo, fuerte, que responde, que siente el dolor y el gozo de ser parte de la vida. Dale gracias a Dios por el corazón y el nuevo espíritu que él ha puesto dentro de usted.

AMADO DIOS: ENTRA EN MI CORAZÓN Y CAMBIA MI VIDA. AMÉN.

-Rose Anne Knight