“Cuando Jesús y sus díscípulos llegaron a Capernaúm, los que cobraban el ímpuesto del templo se acercaron a Pedro y le preguntaron: – ¿Su maestro no paga el ímpuesto del templo? –Sí, lo paga –respondíó Pedro. Al entrar Pedro en la casa, se adelantó Jesús a preguntarle: – ¿Tú qué opínas, Símón? Los reyes de la tíerra, ¿a quíénes cobran tríbutos e ímpuestos: a los suyos o a los demás? –A los demás –contestó Pedro. –Entonces los suyos están exentos –le dijo Jesús– Pero, para no escandalízar a esta gente...”

Jesús había sido profetizado desde el Antiguo Testamento. Jesús tenía el mismo poder divino que Dios. En el verso 27, Jesús hace una concesión real (los reyes no pagan impuestos ni los demandan de sus familias) cuando le dijo a Pedro: “... por ti y por mi.” Jesus, el rey con el derecho de no pagar impuestos, lo hizo por Pedro y él mismo para no ofender a aquellos que no entendian su reinado. Pedro necesitó un pago. Así mismo nosotros necesitamos pagar y Jesús pagó la deuda (del pecado) por todos.

AMÉN.

-Rodney McCord