"He vísto que aun la perfeccíón tíene sus Iímítes; ¡sólo tus mandamíentos son ínfinítos!”

Recuerdo la historia de un hombre que nunca atendió el llamado que Dios le hizo muchas veces. Su excusa era su fortaleza, su productividad, sus múltiples ocupaciones, su familia y sus diversiones. Aun durante su enfermedad de muerte estuvo muy ocupado arreglando su herencia. Finalmente murió... y ¿qué quedó? Solo un recuerdo que se fue desvaneciendo en el tiempo. La única garantía de trascender en el tiempo es amar a Dios con todo el corazón, con todas las fuerzas y con toda la mente. De esta manera estaremos siempre con él. AMADO DIOS: HOY TE PIDO QUE OCUPES EL PRIMER LUGAR EN MI CORAZÓN, MI MENTE Y EN TODAS LAS ACTIVIDADES QUE ME OCUPAN. AYÚDAME A CUMPLIR MI DESEO DE AMARTE CON TODO MI SER. QUE TUS MANDAMIENTOS SEAN UNA DELICIA PARA MÍ. AMÉN.

-Rev. Gloria Villa-Díaz